Monday, January 20, 2014

Nacimiento (y muerte) de un astronauta.

Una vez dijiste:
"Mira que linda la luna"
y decidí que algún día te la daría.

Todos los días la estudiaba,
la miraba, y la miraba,
y de ella me enamoré también.

Eres como el lado obscuro de la luna,
misteriosa ante los ojos de todos,
fascinante ante los míos.

El tiempo nos separó,
y aunque quisiera negarlo,
en esos momentos fue lo mejor.

Pero nunca paré de amarte.

Durante mi entrenamiento pensaba,
en maneras de hacerte volver,
a los brazos de este humilde astronauta.

Escuché que tenías pretendientes,
y en ocasiones pensé en abandonar,
la misión más importante.

Pero nunca me rendí.

Durante mi despegue,
siempre te mantuve en mi mente,
a ti y la luz de tus ojos.

En ese viaje traje un pedazo de la luna,
pero nunca tuve la valentía de llevártela,
pues estabas comprometida.

Descubrieron en mí,
una enfermedad incurable,
y solicité que te avisaran,
pues ya no quedaba mucho tiempo.

El doctor me dijo que no podías llegar,
así que te dejé estas palabras,
para que siempre me lleves contigo.

Adjunta con esta nota,
te encontrarás una piedra vieja;
te prometí la luna, y la luna te traje.

Quiero que sepas que siempre fuiste,
la musa de este astronauta,
su razón de ser,
su amor verdadero.

No me arrepiento de nada, excepto,
el no poder verte una vez más,
y decirte de frente lo que siempre sentí.

Cuando recibas esto, 
probablemente estaré más allá,
más allá de nuestra luna,
tal vez con el Dios del que hablábamos.

Siempre te querré,
en este mundo,
y en el siguiente.






No comments:

Post a Comment